martes, 19 de febrero de 2008

Sin padrinos no hay bautizo

Se buscan hasta debajo de las piedras los factores de toda suerte –históricos, culturales, geoestratégicos, étnicos– que impiden comparar los casos de Kosovo y Euskadi.

“La declaración de independencia unilateral de Kosovo es un hecho totalmente excepcional. Un caso único, fruto de la muy específica situación de la ex Yugoslavia”, afirman los partidarios del reconocimiento del nuevo Estado.

O ellos tienen muy mala memoria o confían en que los desmemoriados seamos los demás. Bielorrusia se proclamó independiente por su cuenta. La llamada revolución cantada, nombre por el que fue conocido el proceso de independización de los tres países bálticos, Estonia, Lituania y Letonia, se impuso también mediante decisiones unilaterales.

Igual que se hace ahora con lo sucedido en Kosovo, se hizo a comienzos de los noventa con Bielorrusia y los países bálticos: ¡nada que ver con Euskadi! Y algo después para enfatizar que la realidad vasca tampoco tiene nada que ver con la irlandesa. Y menos aún con la escocesa.

Claro que los países bálticos tampoco tienen nada que ver con Irlanda. Ni Eslovaquia con Croacia. Ni nadie con nadie. No hay dos devenires históricos medianamente equiparables, y menos en la enrevesada Europa.

La gran diferencia que separa a Euskadi de Kosovo (y de Bielorrusia, y de los países bálticos, y de Croacia, y de Irlanda, y de Eslovaquia y de todos los demás procesos de emancipación nacional que tomaron cuerpo en la Europa del siglo XX y van encontrando poco a poco algo parecido a una salida) es de una sencillez pasmosa: Euskadi no tiene padrinos internacionales. Ni de mucho peso, como Kosovo, o como Irlanda –que cuenta con un muy poderoso lobby en los Estados Unidos–, ni de peso menor, como Chechenia, que recibe algún apoyo del mundo musulmán.

Quien no tiene padrinos no se bautiza. Sin padrinos con vara alta, no hay consorcios mediáticos que expliquen que tus reivindicaciones no son ninguna locura, y no hay dinero fácil que las explique y pasee por medio mundo, y no hay potencia que te franquee las puertas de los foros internacionales.

Tanto tienes, tanto vales. Y tanto no tienes, tanto no vales.

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(Aparecido en Público el 19 de febrero de 2008)

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